Hablar de la educación en el país no es posible sin mencionar el nombre de Salomé Ureña, nacida el 21 de octubre del 1850, integrante de una familia de intelectuales que hizo invaluables aportes a las letras dominicanas.
Salomé combinó magistralmente la literatura con la pedagogía, asumiendo con pasión y valentía las ideas de Eugenio María de Hostos, catalogado como el gran educador de la América hispana.
En noviembre del 1881 funda el Instituto de Señoritas, que se constituyó en el primer centro destinado exclusivamente a la formación de maestras. Por primera vez la mujer tiene un espacio para educarse, pues hasta ese momento la educación estaba reservada sólo para hombres.
“Es la mujer dominicana cuya obra ha sido objeto de mayor reconocimiento, tanto en el campo de la educación como en la poética”, afirma Jacobo Moquete De la Rosa, en su obra Salomé Ureña de Henríquez en el Sector Educación.
El ex secretario de Educación, José Nicolás Almánzar, en su obra Trayectoria de la Formación del Docente Dominicano, dice que ella es reconocida como la educadora más destacada desde 1880 a la fecha. La escritora Chiqui Vicioso, en una conferencia a propósito del 158 aniversario de su nacimiento, la definió como “la madre de la educación dominicana”.
Su experiencia docente
Salomé demostró una vocación especial por el magisterio, expresado en la entrega a la enseñanza desde una perspectiva distinta a la predominante hasta la época.
Su vida familiar es un reflejo del empeño de ser ejemplo para nuevas generaciones.
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